viernes, 2 de septiembre de 2011
Hablando de nombres raros...
Un taxista se llama Jesucristo Hitler Paracelso Zeppelin
Según él, se inspiró gracias a la información científica y cultural que ha leído. Además asegura que le han reclamado, los vecinos, familiares, amigos, el mundo en general, menos sus hijos.
Y a pesar de los inconvenientes que les han causado sus peculiares nombres, ninguno de los dos ha pensado en cambiarlos, es más, se muestran resignados. "
Fuente: Canal RCN
"Por su peculiar nombre, el taxista ha enfrentado insultos, burlas y rechazos. Su esposa, que lo aceptó tal como es, casi siempre lo llama Jesús, pero cuando está molesta lo llama Hitler.
Manuel Vicente Montoya Lozano, su padre, aunque tiene un nombre muy normal, bautizó a sus dos hijos con nombres extravagantes. Su hijo mayor Jesucristo Hitler Paracelso Zeppelin Montoya González y el menor Aristóteles Pitágoras Aristocles Montoya González.Según él, se inspiró gracias a la información científica y cultural que ha leído. Además asegura que le han reclamado, los vecinos, familiares, amigos, el mundo en general, menos sus hijos.
Y a pesar de los inconvenientes que les han causado sus peculiares nombres, ninguno de los dos ha pensado en cambiarlos, es más, se muestran resignados. "
martes, 30 de agosto de 2011
El arte es una práctica humana creativa que en muchos casos implica la realidad; es un método, una herramienta con la cual nos acercamos al conocimiento. De todas las maneras de representación el dibujo es la manera en la cual se interpreta un todo, es el antes el después y el durante de toda representación, es una gran bosquejo de la vida. Aunque las actividades artísticas comprenden la realidad, existe un elemento que es aun más crucial que éste: el lenguaje, puesto que depende de cómo lo apliquemos; ya que es posible construir textos para comunicar tanto fantasías, cómo hecho reales.
El uso del lenguaje es un acto relativo que depende de quien lo aplique, en su texto cómo hacer arte con palabras John L. Austin habla sobre la palabra, la cual necesariamente requiere una acción, o una persona adecuada para que sea aplicable en el lenguaje, de lo contrarío es denominada un infortunio; es decir, el texto o frase puede ser anulado si yo no estoy en condiciones de aplicarlo, no se trata explícitamente de mentiras, sino de una de una palabra que por diversos motivos no es aplicable en su acción, y simplemente se anula.
mientras que según Foucault la parresía trata sobre el comunicar un texto con franqueza, con la verdad; a pesar de que ésta pueda traer consecuencias tanto buenas, cómo malas para el sujeto. La parresía ésta directamente relacionada con el hecho de tener la liberta de usar la palabra, o no; un esclavo depende de su señor para hablar con la verdad, ésta obligado a depender del buen o mal juicio de su amo para que la parresía sea aplicable.
En términos contemporáneos hablando específicamente de nuestro contexto es mucho más asequible para el artista ejercer la parresía en su obra, aunque esto traiga consecuencias mortales para su vida. No obstante no estamos exentos de mal interpretaciones, y censura más en un país cómo Colombia en donde la autoridad pasa por encima de la parresía, de la libertad de la palabra.
Entonces ¿cómo aprovechar las herramientas que nos ofrece el lenguaje para aplicar la parrietesis en el arte? Para lograr esto es necesario primero ser un buen lector del contexto, dialogar con el cotidiano para no crear infortunios, a menos de que ese sea el cometido. Leer para luego escribir, o crear.
Entonces teniendo en cuenta la parresía en el uso, y creación de textos para aplicarla a la intervención de un lugar (espacio), por medio del dibujo experimentando con la transformación de éste a través del tiempo.
Dibujo: El concepto de dibujar tiene la virtud de abarcar tantos elementos que la sola hoja y lápiz no logran contenerlo. Partiendo de la intención de dejar el paradigma del papel y lápiz , éste ejercicio comprende buscar intervenir un espacio amplio teniendo en cuenta cómo se comporta el dibujo através del tiempo, y lo que implica su aplicación y magnificación en el espacio.
Tiempo: Curiosamente hoy en día cómo resultado de la modernidad carecemos tanto de tiempo cómo de espacio en la mayoría de nuestras actividades, tratar entender dos conceptos desde el arte los cuales casi no tenemos fue y es tarea difícil.
No es cuestión ajena que el tiempo tiene efecto en la practica artística; el papel, el lienzo, las esculturas todas envejecen conforme pasan los años. Pero ¿que pasa cuando el material escogido para realizar el dibujo es aun más efímero que cualquier otro? La tiza es un elemento que permite un efecto en el primer momento, pero que al siguiente no se logra ver igual, pasa rápido, sin que nos demos cuenta.
No es cuestión ajena que el tiempo tiene efecto en la practica artística; el papel, el lienzo, las esculturas todas envejecen conforme pasan los años. Pero ¿que pasa cuando el material escogido para realizar el dibujo es aun más efímero que cualquier otro? La tiza es un elemento que permite un efecto en el primer momento, pero que al siguiente no se logra ver igual, pasa rápido, sin que nos demos cuenta.
Espacio:El concepto espacio no existe cómo tal, pero si existe el territorio que se va creando conforme se va modificando; dándole un sentido diferente, un significado para mi. Hay una diferencia entre el espacio físico y el espacio social; el social es construido por la persona (singular) mientras que el espacio Físico es construido por una sociedad. Es decir que el espacio social se va creando a medida que lo habitemos, que lo transitemos, que lo vivamos, es de eso lo que se trata habitar un lugar, un espacio convirtiéndolo en territorio.
por Daniela Orozco.
Parresía/locura:
La parresia que se ve en la locura defendería entonces lo que sucede en la mente de quien sufre de locura, pues este no mentira y hablara de las cosas que para el son reales.
La locura no permite saber que es mentira o verdad, ya que la realidad es alterada. Esto para quienes están “locos”. Estos arriesgan constantemente su discurso ante los entes superiores médicos (psicoanalistas, neurólogos… etc).
La locura entonces para el individuo que la sufre es el conocimiento propio, sin mentirse a sí mismo. Arriesgando constantemente si propio juicio.
Pero para quienes practican la parresia, los parresiastas, la locura no podría ofrecer parresia. Por el mismo hecho que su verdad no es real si no influenciada por su estado psicológico, y no arriesgan así nada en ningún momento. Desde lo que ellos pueden observar.
Sara Torres.
Parresía y reflejo
Parresía y reflejo; son dos palabras que a simple vista parecen muy distintas y difíciles de relacionar entre si; cuál podría ser la correspondencia entre decir la verdad y el reflejo?. Para encontrar una respuesta pensé primero en hacer un análisis de lo que significa el reflejo, en busca de algún punto en común.
El reflejo es una forma indirecta de ponerse en evidencia, pues lo mostrado es sólo una imagen del original. Por su condición de imagen puede ser manipulada, mostrarme como soy, como no soy o como quiero ser, es decir plantear una verdad o una mentira o ficción, que bien manejada podría llegar a modificar o controlar la opinión de un tercero, persona que ante la ambigüedad creada entre el original y la imagen, puede no llegar a conocer la verdad.
Si el reflejo-imagen permite con facilidad controlar, transformar, manipular o evadir toda clase de opiniones; reflejo y parresía pueden ser opuestos, si el reflejo miente, pero también ser sinónimos si el reflejo es verdad.
Daniela Páramo Prieto
PARRESIA Y ALTERIDAD
En la Antigua Grecia eran muchas las situaciones que llevaban a ciertos interlocutores a formular discursos impregnado de verdad, y de rechazo crítico a una figura de autoridad. Fue entonces que surgió la palabra “parresía”, que hoy en día podemos traducir comúnmente como franqueza, pero que en realidad adopta muchas otras características, como lo son el valor moral, el valor crítico, un riesgo asumido, y el deber cívico.
La parresía debe ser necesariamente emitida por un hablante que goze del privilegio de poseer la verdad, que de hecho comprendo como una verdad absoluta e indiscutible: “Yo utilizo mis creencias para discutir tus acciones, porque mis creencias son verdaderas”. Es quizá en este primer punto que podemos encontrar la diferencia más básica con la “alteridad”, que en cambio busca intercambiar la perspectiva propia por la visión del otro, comprendiendo así su punto de vista y su concepción del mundo. En este sentido, una posición de alteridad diría “Yo acepto tu creencia como cualquier posibilidad de creencia o de verdad”.
Es evidente que tanto la parresía como la alteridad buscan una nivel de relación con la Verdad. El parresiastés se apropia de la verdad, y goza del privilegio de utilizarla como arma, porque el él está fuertemente vinculado a un valor moral, a un deber, y a un riesgo que lo acreditan como poseedor de ésta. Al haber una única posibilidad de verdad, es también el único que la utiliza en una discusión.
La alteridad, desde un inicio, se deshace de esa Gran Verdad para aceptar una gran multiplicidad de verdades: acepta tantas verdades como seres humanos y busca no darle más valor a una verdad en particular, pero sí argumentar o
complementar cada creencia con un contexto. La alteridad no fomenta una discusión, ni un enfrentamiento, y por lo tanto no asume un riesgo.
En este mismo orden de ideas, el valor moral del sujeto de la enunciación, es reevaluado al momento de hablar con alteridad. Digamos que la moral es el conjunto de creencias o dogmas que caracterizan un obrar bueno, en oposición a uno malo. Mientras que la parresía puede ir de la mano de la moral, porque supone que existe una única moral (o un bien y un mal absolutos), la alteridad elimina tanto el valor de la verdad, como el valor de la moral, para de nuevo comprender el universo de posibilidades que pueden apreciarse desde las múltiples culturas humanas.
Desde mi punto de vista para hablar de alteridad requerimos de un marco más amplio que el que requiere la parresía, de tal forma que puedan contemplarse las posibilidades con lejanía y objetividad. La parresía, por otro lado, requiere que los dos individuos que juegan con ella estén sumergidos en el mismo plano socio-cultural. Así como un esclavo no puede usar la parresía para dirigirse a un tirano, no tiene caso pensar en usar la parresía en un intercambio entre dos culturas. Un parresiastés puede criticar a un líder tiránico porque en su sociedad se conocen la justicia y los derechos humanos (caricaturizando).
La parresía debe ser necesariamente emitida por un hablante que goze del privilegio de poseer la verdad, que de hecho comprendo como una verdad absoluta e indiscutible: “Yo utilizo mis creencias para discutir tus acciones, porque mis creencias son verdaderas”. Es quizá en este primer punto que podemos encontrar la diferencia más básica con la “alteridad”, que en cambio busca intercambiar la perspectiva propia por la visión del otro, comprendiendo así su punto de vista y su concepción del mundo. En este sentido, una posición de alteridad diría “Yo acepto tu creencia como cualquier posibilidad de creencia o de verdad”.
Es evidente que tanto la parresía como la alteridad buscan una nivel de relación con la Verdad. El parresiastés se apropia de la verdad, y goza del privilegio de utilizarla como arma, porque el él está fuertemente vinculado a un valor moral, a un deber, y a un riesgo que lo acreditan como poseedor de ésta. Al haber una única posibilidad de verdad, es también el único que la utiliza en una discusión.
La alteridad, desde un inicio, se deshace de esa Gran Verdad para aceptar una gran multiplicidad de verdades: acepta tantas verdades como seres humanos y busca no darle más valor a una verdad en particular, pero sí argumentar o
complementar cada creencia con un contexto. La alteridad no fomenta una discusión, ni un enfrentamiento, y por lo tanto no asume un riesgo.
En este mismo orden de ideas, el valor moral del sujeto de la enunciación, es reevaluado al momento de hablar con alteridad. Digamos que la moral es el conjunto de creencias o dogmas que caracterizan un obrar bueno, en oposición a uno malo. Mientras que la parresía puede ir de la mano de la moral, porque supone que existe una única moral (o un bien y un mal absolutos), la alteridad elimina tanto el valor de la verdad, como el valor de la moral, para de nuevo comprender el universo de posibilidades que pueden apreciarse desde las múltiples culturas humanas.
Desde mi punto de vista para hablar de alteridad requerimos de un marco más amplio que el que requiere la parresía, de tal forma que puedan contemplarse las posibilidades con lejanía y objetividad. La parresía, por otro lado, requiere que los dos individuos que juegan con ella estén sumergidos en el mismo plano socio-cultural. Así como un esclavo no puede usar la parresía para dirigirse a un tirano, no tiene caso pensar en usar la parresía en un intercambio entre dos culturas. Un parresiastés puede criticar a un líder tiránico porque en su sociedad se conocen la justicia y los derechos humanos (caricaturizando).
Daniela Figueroa.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)